La República como superación democrática del régimen


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Por Carlos Quintero

No nos quepa duda de que, si la monarquía sigue viéndose involucrada en casos de corrupción, si la institución de la Casa Real sale debilitada de una posible sucesión, y ya no les sirve a las élites del poder financiero, empezará a abrirse un cisma entre ellas, sus partidos y la monarquía.

Aún no estamos en ese momento y la oligarquía continúa cerrando filas en torno al Rey, pero elementos más avanzados entre bambalinas, entre los que se encuentran muchas voces por la “regeneración democrática del PSOE” empiezan a distinguir entre su futuro y el de la monarquía. No nos quepa duda de que si la república avanza muchos tratarán de subirse al carro, pero no para llevarlo al objetivo de la ruptura democrática, a la república democrática del pueblo, sino al de cambiar algo para que todo siga igual.

Al calor de los últimos movimientos dentro de IU, del acercamiento al PSOE, protagonizados de manera especialmente ejemplarizante en la Andalucía del PCA, y la corriente de Llamazares, se calientan ciertas posiciones que no deben de dejar de mantenernos alerta. Muchos compañeros de IU, con los que compartimos la necesidad de la ruptura democrática, y con los que creemos que hay que avanzar hacia la unidad popular, nos achacan que tenemos constantemente presente, el “error” del PCE durante la Transición. (llamémoslo así, aunque algunos no lo consideran un error, simplemente una cuestión de correlación de fuerzas, y otros lo consideremos una traición consciente). El problema mayor en estos momentos no es el del pasado, que obviamente propicia el escenario desfavorable en que nos vemos obligados a jugar las cartas, el problema fundamental es el del presente y el futuro. El problema es el que la dirección de IU/PCE sigue sin situar de un modo totalmente claro la lucha por la República en el lugar que le corresponde, que es el lugar de la ruptura democrática.

Esto no es baladí, como comprenderán ustedes. Y no lo es, porque podemos vernos perfectamente en un escenario de segunda transición, en el que la oligarquía pretenda “ventear y escamotear” la lucha popular, otorgándonos la elegibilidad de un jefe de Estado, sin cuestionar las verdaderas estructuras de poder. Esas estructuras políticas, jurídicas, legislativas, represivas, de comunicación, que hacen que en este país una ínfima minoría de la población se enriquezca sistemáticamente y por la inercia de seguir con las reglas del juego, mientras la mayoría social está siendo explotada, ninguneada, reprimida, engañada, desahuciada, empobrecida, forzada a la desesperación y el suicidio y sin perspectivas de salida. No. Luchar por la República ha de ser precisamente una salida a esa situación, y si no lo es, no valdrá para nada.

La posible jugada pinta mal. Ayer nos decían que lo primero era la “democracia” para salir del franquismo, y conseguimos una “democracia” tutelada por los fascistas con los que, además, la izquierda se tenía que aliar, para no fracasar ante los involucionistas. Mañana tal vez el discurso sea “lo primero es la república, sin entrar en definirla”, “ni de izquierdas ni de derechas”, y pueden estar seguros de que, si ese discurso se impone, tendremos una república tutelada por la Troika, y la izquierda reformista nos instará, como mal menor, a aliarnos con elementos del PSOE y del PP, para no caer en el involucionismo de una monarquía que no se sostiene.

Y es que no termina de ser del todo claro el lugar que la izquierda reformista le da a la República, porque desde sus direcciones se expresa como una lucha sectorial más, una más de otras tantas, y no la lucha general por la ruptura democrática.

Tendremos que estar atentos todos los republicanos de izquierdas que luchamos por la ruptura democrática, por una república democrática y federal del pueblo que tenga el valor necesario de enfrentarse con claridad y firmeza a los mercados y al régimen.

Carlos Quintero. 4/4/2013