“Ignorancia para el pueblo», la ley del más rico, por Marta Álvarez


España es un vertedero que empieza a apestar demasiado. Es un país que de nuevo se convirtió en basura cuando, en 1936, un ejército estercolero decidió expandirse por todo el país ensuciando con mugre lo que la República hubiese podido convertir en lustre. Desde aquel momento España quedó presa de un destino escrito por la mano del caudillo y que mucho nos está acarreando actualmente. Franco lo dejó todo bien atado. Un buen reflejo de ese pasado es el presente. Un presente en el que vemos que todo es privado excepto la deuda. Las casas son de los bancos, los medios de comunicación pertenecen a la política y la economía, los hospitales están en vías de privatización… Una ruina que observamos inocuos y taciturnos ante esa cosa de destrucción de criterio que llaman “televisor”.  

Hoy, día 4 de noviembre, se nos ha lanzado otro burdo espectáculo (y digo espectáculo porque con la excusa de la crisis han organizado una farsa para enriquecerse sin mayor mérito que el del ladrón), el Erasmus empieza a desaparecer. Las ayudas públicas para estudiantes se desvanecen y se marchan con el fin de construir individuos cada vez más aletargados y desvinculados de la cultura. En resumen, para conseguir máquinas ignorantes al servicio de la política de derechas y de la economía capitalista. Esta medida del ministro de educación José Ignacio Wert aboga, sin duda, por la discriminación. Además se ha hecho de una forma traicionera, sin previo aviso, ya que es poco probable que la peor medida que ha tomado la haya decidido de la noche a la mañana. Nos estamos refiriendo a la decisión de no proporcionar la beca Erasmus a aquellos que no obtuvieron la beca general el año 2012-2013. Una medida que ha comunicado una vez empezado el curso, cuando los estudiantes ya se  encuentran en universidades extranjeras. Por supuesto este es un filtro que le asegura un gran ahorro al gobierno, pues se ha quitado de en medio (otra vez) a los mismos estudiantes del año pasado. Realmente esto es algo muy grave. ¿Cuántas veces se aplicará esta norma? ¿Es justo que haya un grupo de alumnos que, al no cumplir los duros requisitos para obtener la beca general, siempre queden excluidos para recibir la beca Erasmus? Si hacemos memoria, el año pasado muchos fueron los que empezaron el curso y tuvieron que abandonarlo en el segundo cuatrimestre porque el Ministerio de Educación, con mucho retraso, les comunicó que no serían beneficiarios de la beca general. Se les cerró el Campus Virtual y quedaron fuera, ahora sí, de la noche a la mañana. Y este año recibirán un nuevo golpe.

Podemos deducir que el sistema de clases se está apoderando de algo que debería ser el reflejo de la igualdad en toda sociedad, la educación. De esta forma en un futuro no muy lejano encontraremos tres “clases educativas”: la primera es la más alta, la clase de la cúspide que tantos veneran a modo de deshumanizados capitalistas. Se trata de la clase educativa de los ricos, quienes acudirán a universidades obscenamente caras, disfrutarán de cursos, aprenderán idiomas, realizarán viajes, etc. Escasa, eso sí, y sin nada más que aportar a la sociedad que la búsqueda del lucro y que el mero convencimiento de que el régimen es bueno porque le beneficia. Seguidamente el rango inferior será el del estudiante de clase media o baja que tendrá el “privilegio” de que, por una parte, sus padres tengan una ayuda que no llegue a los 500€ para cumplir el requisito de “solo te ayudamos si te mueres de hambre” y por otra, de haber nacido con una inteligencia y unas aptitudes que superen a la media. Este se encontrará en las universidades públicas, si siguen existiendo, aunque bien hemos de decir que de pública poco tienen una institución que cobra al alumnado más de 1000€ de matrícula anual. Y por último, nos encontramos con el resto de la población, la clase más pobre de la pirámide. Esta nunca llegará a las universidades porque su rendimiento escolar ni será motivado, ni será incentivado con ayudas que, por cierto, ya han desaparecido como es el caso de la diversificación. Tampoco podrán pagarse una academia, ni pensarlo. De este modo quedarán por debajo del aprobado y serán literalmente desechados de la educación.

Este es el futuro que están escribiendo los políticos y los economistas por su afán de dominarlo absolutamente todo y de poseer lo mismo, pues no hay otros objetivos que ocupen su mente que no sean el poder y el dinero.

Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen. El mundo al revés nos entrena para ver al prójimo como una amenaza y no como una promesa, nos reduce a la soledad y nos consuela con drogas químicas y con amigos cibernéticos.” (Eduardo Galeano, Patas arriba, la escuela del mundo al revés, 1999)