Las claves de lo fundamental, por Enriqueta de la Cruz*


En estos tiempos que no dejan de ser los que definió Gramsci en que surgen cada vez más monstruos, ha tenido lugar en el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid un acontecimiento que resulta un respiro, aire, normalidad democrática. Ha sido el acto de apoyo y homenaje al compañero Marco Santos, cabo injustamente expulsado del Ejército por firmar un contramanifiesto al manifiesto que hicieron otros militares de apoyo al dictador Franco, muerto no sé hace cuánto pero muy vivo en los estamentos, que diría Galdós, los estamentos de arriba a los que no interesan ciudadanos conscientes sino borregos.

Al cabo Santos le castigaron por pronunciarse antifranquista. Y por escribir. “Salud y República” en un país al frente del cual están fuerzas vivas que quieren lo contrario: muerte de esa de Millán Astray, negrura, insatisfacción, castigos y lo que corona todo: la corona heredada del régimen dictatorial perpetuado por pacto no constituyente sino pacto a secas adornado con armazón de normalidad y de proceso constituyente, pero en realidad impuesto con la fuerza y el miedo, el silencio y el olvido.

Una reciente sentencia del Tribunal Supremo da la razón al cabo Santos, tumba esta arbitraria medida (y dolorosa) que le aplicaron y anula ese atentado que se cometió contra la libertad de expresión y contra su expulsión del Ejército. Una sentencia histórica. El cabo ha estado defendido por un equipo de primer orden profesional: por Enrique Santiago y Juan Moreno, a los que hay que agradecer su tarea y disposición a llevar este caso. Y el cabo ha recibido importantes muestras de apoyo durante el calvario ejemplarizante (seguramente no faltó esta intención, pues es muy totalitaria y franquista la costumbre, sí, a ella nos tienen bien acostumbrados: la de escarmentar). La reparación a este tiempo de resistencia, de dificultades, ni siquiera será plena con su reingreso militar. Las injusticias quedan ahí, lo vivido… Pero es una sentencia histórica, insisto, como lo es el valor del cabo, algo de lo que aprender.

El teniente Luis Segura, compañero presente en el acto, que fue el pasado sábado, aún está pendiente de justicia. Su caso: expulsión por denunciar la corrupción en el Ejército, está en Europa (España es la excepción de Europa, con comportamientos y herencias difícilmente encajable para clubs democráticos). Esperamos sinceramente que se reaccione, que se haga justicia y se reconozca el valor de lo realizado por el teniente. Lo exigimos. Él sigue su lucha, sigue su resistencia… Esperamos que se respete y se defiendan y prevalezcan los derechos de las personas que son la España democrática. Lo reivindicamos.

Hace muchos meses, la Asociación Civil Milicia y República (ACMYR), a la que pertenece el cabo (ahora reconocido por sentencia su libertad de expresión, su derecho humano) pensó explicar a la opinión pública lo que estaba pasando y arropar solidariamente al compañero.

La Agrupación Juan Negrín ha tenido a bien acoger esta iniciativa, hacerla suya, esta solicitud de apoyo que se realizó hace meses, cuando aún no se sabía qué iba a suceder. El acto, que afortunadamente ha coincidido con sentencia favorable (lo que nos da la razón), se ha realizado con gran apoyo. En la mesa de militares, junto al cabo del Ejército de Tierra Marco Antonio Santos Soto, presidente del Colectivo Republicano de Redondela, otros militares firmantes hace unos días de un importante manifiesto para parar la guerra en Ucrania, contra el envío de armas: Manuel Ruiz Robles, capitán de Navío retirado, presidente del colectivo Anemoi de militares republicanos y fundador de ACMYR, Manuel Pardo de Donlebún, presidente la Asociación Memoria Militar Democrática, Miguel Pastrana de Almeida y Luis Gonzalo Segura, ex teniente del Ejército de tierra, escritor de investigación.

La Juan Negrín y muy directamente su activo presidente, Miguel Pastrana, siempre ha estado ahí, apoyando y haciendo realidad actos a favor de la cultura, la democracia y cuantos encajan en la más pura esencia y línea estatutaria del Ateneo (antorcha de luz y de razón, bautizado así por la diosa Atenea y creado para debatir, conocer, para la libertad real y no esa que se pasea en lenguas de mercantilistas y mercachifles, de políticos de baja calidad democrática y de un etcétera de personajes). Un carácter, una impronta, que nunca debe perder el Ateneo y quienes la encarnan y han hecho posible este acto al que asistieron decenas de personas. ACMYR, asociación de la que también formo parte y que pronto será presentada en público, agradece mucho a la Agrupación este buen hacer, este estar al lado de la democracia claramente y, por tanto, de la injusticia y por la III República española, consustancial a todo ello.

En nombre de nuestra asociación, Juan Miguel Fernández, actualmente profesor honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, ex asesor técnico del Tribunal de Cuentas, impulsor del movimiento a favor de los pensionistas y contra el expolio y el desvío de fondos de la caja de solidaridad de la Seguridad Social, dijo unas palabras de gran calado que me han impresionado sobremanera, por su claridad, su excelente plasticidad, por su normalidad que tenía que ser la norma de todos los ciudadanos: comenzar a extender la razón con tranquilidad, con mesura, pero con contundencia.

Empezó por resaltar la “victoria de los que han resistido, agarrados a la verdad y solidaridad de sus compañeros” hablando directo a Marco, hablando también para Luis.

Comparó lo que han hecho, desde un civil que habla, que se siente también sindicalista, con ese: “dar la cara de esos trabajadores que dicen: yo defiendo las reivindicaciones y si hay que hacer huelga, se hace” esos trabajadores que ven que “hay que ir hasta el final defendiendo la verdad, las reivindicaciones” y lo hacen.

 Luego, explicó abiertamente, sencillamente, lo que dicen los estatutos de ACMYR. Esta Asociación tiene entre sus objetivos: “contribuir a la difusión y defensa de los valores republicanos y democráticos en todos los ámbitos de la sociedad y en particular entre los miembros de las Fuerzas Armadas” Y “otra parte de los objetivos: contribuir a la defensa de los ciudadanos civiles o militares represaliados por su actitud democrática”.

“Y en esas estamos -añadió- y esta Asociación, humilde, ha demostrado que es útil y que hicimos bien en crearla”.

Para entender la situación en nuestro país y la importancia de este hecho que se celebraba, Juan Miguel Fernández, utilizó también unas palabras que enseñan, que aclaran. Y que yo, que las suscribo, quiero resaltar por ser de interés general, porque contextualizan muy bien el todo que continuamente esconden los que prefieren fracturar mensajes y mentes, nos trastocan y nos hace el lío.

     Dijo que esta sentencia significa la victoria de la democracia y que es histórica porque

“lo que había (lo que hay) en discusión, era (es) la existencia de instituciones que continúan con prácticas que fueron creadas, generadas, a partir del 18 de julio (del 36 del pasado siglo) y eso es un obstáculo a la democracia, a la lucha por las libertades, a que la sociedad, los ciudadanos con todas sus diferencias, particularidades, incluso nacionales, puedan vivir, existir y expresarse; son el obstáculo, el estorbo a la democracia: las instituciones que fueron legalizadas, que fueron normalizadas con la Constitución, la reforma del 78. Nosotros no queremos molestar a nadie -remarcó- sino dejar claro que hay obstáculos institucionales, no personales, institucionales que están anclados ahí, en las entrañas del Estado, parando e impidiendo que la fuerza, la vitalidad, toda la creatividad, todo lo que representa lo positivo de nuestro país, se exprese. Recortando, recortando, diciendo no. ¿Qué? ¿Con la cruz y con la espada quieren algunos…?”.

“Es un gran día para la democracia y la lucha por la República, que se puede ganar haciendo como los compañeros, porque es el pueblo el que lanza y el que quieren romper cadenas y el que quiere que toda la vitalidad de este país aparezca. Y están todos esos frenos institucionales impidiendo que este país ocupe el lugar que le corresponde e impidiendo las riquezas de lo que nosotros queremos, de nuestra patria, que no es una palabra proscrita”.

Como él dijo, es de agradecer a los abogados “el haber cogido este tema espinoso. Porque entre la gente educada entre comillas, no pega hablar de esas cosas, es como inoportuno, y hay personas con valor, entereza, dignidad que cogen y se atreven a defender las causas <que no proceden>”.

“Estamos muy orgullosos de la pequeñita y modesta asociación que hemos creado -concluyó- porque concretamente estaba destinada a esto que hemos hecho de echarnos a la espalda los casos que nadie quiere porque son diferentes, porque atacan a la médula del poder. Y queremos hacer en octubre una presentación a los compañeros que quieran unirse y luchar también porque se creen iniciativas como esta porque puede haber muchas voces, pero unidas por la defensa de la democracia y contra las herencias que nos han traído hasta nuestros días los que inventaron lo del 78”.

Anima, en medio de paisajes desolados, que han perdido hace rato la vergüenza, que existan personas como todos mis compañeros. Y hay que animarse a salir de ese armario pútrido de los otros, y optar. Es momento.

*Enriqueta de la Cruz es periodista, analista política y económica; escritora, autora de las novelas “Despertando a Lenin”, “El testamento de la Liga Santa”, “Nada es lo que parece”, “Memoria Vigilada”, “El amor es de Izquierda” y de los ensayos: “César Navarro, vida y testimonio de un Francmasón. El hombre enamorado de la Libertad” y “Tiempos de Plomo y Ceniza”.