Hay una regla no escrita en el juego del mus según la cual se puede (y se debe) «picar» al adversario durante la partida mediante la exageración, la burla y la ironía respecto a sus fallos y nuestros aciertos, sin que el otro tenga derecho a enfadarse seriamente. Una vez terminada la partida, todo lo dicho queda olvidado (hasta la siguiente), y los cotrincantes vuelven a ser tan amigos como antes.
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