𝗟𝗼𝘀 𝗽𝗮𝗿𝘁𝗶𝗱𝗼𝘀 𝗽𝗮𝘀𝗮𝗻, 𝗹𝗮 𝗽𝗼𝗹𝗶́𝘁𝗶𝗰𝗮 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗶𝗻𝘂́𝗮, comunicado de la Agrup. Republicana de Móstoles


Los resultados electorales de los últimos años señalan una tendencia clara: el bipartidismo PSOE-PP comienza a imponerse de nuevo en todas las instituciones políticas debido a que los partidos «del cambio» han perdido la confianza del pueblo. Más de una década después de aquel 15M que venía a cambiarlo todo, la mayoría de quienes volvieron a ilusionarse hablando y haciendo política en aquellos días sienten hoy desilusión y rechazo ante todo lo que suene a política. Se sienten utilizados, y con razón.

Sin embargo, la política sigue siendo necesaria. Necesitamos organizarnos de forma que todos tengamos los recursos y bienes para vivir dignamente; necesitamos que se escuchen todas las voces que puedan mejorar el conjunto de la sociedad; necesitamos que quienes incumplen las normas de convivencia sean juzgados justamente, y quienes aportan al desarrollo colectivo sean reconocidos y premiados. Necesitamos, en definitiva, una política al servicio del pueblo y no un pueblo al servicio de la política.

Esta era la idea de todas aquellas candidaturas que aparecieron durante los años de la «política del cambio». La mayoría de ellas sabían que esas promesas no podían realizarse sin romper el Régimen del 78, donde los privilegios de un puñado de oligarcas (encabezados por la familia real, intocable, inmune y al margen de la ley), están por encima de los derechos básicos de millones de trabajadores, pero aún así prometieron soluciones que no podían cumplir.

El resultado de esos castillos en el aire es este hundimiento de las izquierdas institucionales y el resurgir del viejo bipartidismo.

Pero no se puede esperar otra cosa cuando se prometen imposibles. Las instituciones del Régimen del 78 no permiten superar los márgenes del propio Régimen. Basta leer el proceso de reforma constitucional cuando afecta a derechos fundamentales, la unidad territorial… o a la monarquía; o los resultados de las iniciativas legislativas populares que se han intentado desde los años 80 hasta hoy. No se puede matar a un escorpión con su propio aguijón.

La única solución es la ruptura republicana

El Régimen del 78 se construyó sobre una gran mentira: que podríamos pasar de la dictadura a la democracia sin ruptura entre ambas. Se optó por la reforma política y se fue «de la ley a la ley» (Suárez) para adaptar las instituciones franquistas a un sistema parlamentario donde nadie (empezando por Juan Carlos I, jefe del Estado franquista), tuviese que rendir cuentas por sus actos de 1939 a 1978. Gracias a ello se instauró un Régimen «democrático» cuyo jefe de Estado es, en la práctica, un monarca absoluto, libre de responsabilidades y obligaciones más allá de las que él mismo desee aceptar, pues ninguna ley le obliga a ello ni ningún tribunal puede juzgarlo.

Este es el Régimen que algunos partidos prometieron cambiar desde dentro, con el resultado que ya conocemos. Cada intento de reforma ha sido respondido con amenazas, bulos y llamamientos al orden y a la responsabilidad, pues el Régimen podría desestabilizarse ante iniciativas tan «revolucionarias» como la derogación completa de la Ley Mordaza, la Ley 15/97 (que ampara la privatización de la sanidad), o una verdadera solución a la especulación económica sobre bienes básicos como los alimentos o la vivienda. Todos estos tibios intentos de reforma han fracasado total o parcialmente porque incluso eso está más allá de lo que el Régimen se puede permitir. No hay reforma posible. Solo queda la opción de la ruptura.

Hay que hacer política para el pueblo y eso significa hacer política contra el Régimen. Hay que romper con la Monarquía del 78 y construir la Tercera República (aquí y ahora), como un modelo político a la medida de nuestras necesidades. Si no hacemos política para nosotros, harán política contra nosotros.

No es una cuestión de preferencias, es una cuestión de dignidad. Sin república, sin ruptura con el Régimen del 78, no tendremos democracia.

Junio de 2013, Agrupación Republicana de Móstoles