Alguien dijo en el pasado siglo que, con el tiempo y por lógica aplicación del sentido común, los únicos reyes que quedarían sólo tendrían cabida en la baraja de naipes.
No estaba muy desencaminado puesto que, desde entonces, muchas de estas caducas y trasnochadas instituciones han desaparecido del mundo moderno. Pero, sin embargo, otras nuevas, han conseguido a través de diversas pantomimas y artilugios políticos que sus corroídas y oxidadas puertas se abran antes los atónitos ojos de los nuevos vasallos.
Uno de estos flagrantes e inolvidables –la historia pondrá en su sitio a cada cuál- hitos “democráticos” es el vergonzoso e ignominioso caso de España.
La herencia franquista –Julio de 1.969- pretende perpetuar en una familia, en una casta, la máxima autoridad legal, ética y moral que debe tener un país que mínimamente quiera considerarse democrático: su Jefatura de Estado. Salvo los cortos años de los dos períodos republicanos, los españoles no han dejado de ser vasallos de una determinada rama familiar o bien, siervos y esclavos de un dictador sanguinario. Nunca, excepto el tiempo que España fue republicana, los españoles pudieron considerarse ciudadanos y, mucho menos, libres para elegir su destino como sería lo lógico y lo que las reglas de la racionalidad dictan en pleno siglo XXI. Seguir leyendo Los reyes…en la baraja, por Gabriel Alcolea

Está claro, y si no, al tiempo: el PP, si llega a gobernar, aplicará las medidas que ya en su momento aplicó el Sr. Clinton, lo que quiere decir que reducirá las prestaciones y ajustará el desempleo y otros pagos compensatorios de acuerdo con las cotizaciones (y la renta) de las personas, penalizará su disposición a buscar y aceptar un trabajo si lo encuentra, o si se le ofrece, sea o no acorde con su formación. Estas medidas castigarán la negativa a aceptar un trabajo en las condiciones presentes, reduce los costes de las empresas y limita la deuda del Estado.
El año próximo cumplirá los noventa. Es un viejecito adorable y es la mejor persona que he conocido. Jamás en su vida hizo daño a alguien y ayudó a cuantos se lo pidieron, siempre que pudo, y eso que tuvo motivos para odiar a mucha gente desde su miserable niñez.



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