El 5 de mayo de 1945 el ejército estadounidense llegó a las puertas de uno de los campos de exterminio nazi más brutales de cuantos la perversión humana había creado; Mauthausen. Sin embargo, al llegar encontaron una escena sorprendente; las puertas del campo estaban flanqueadas por banderas tricolores, pero no francesas sino de la República Española y una gran pancarta decía en español: «Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras»
Desde la rendición de Francia ante el ejército alemán en 1940, las autoridades ocupantes (y sus cómplices de Vichy) entregaron a los españoles que se habían refugiado en Francia tras la derrota republicana en 1939, La inmensa mayoría de ellos fueron trasladados a Mauthausen, donde se les sometió a brutales condiciones de trabajo hasta el agotamiento y muerte. Hasta 7.300 españoles llegaron a estar inscritos a aquel campo de exterminio.
Uno de los horrores de Mauthausen era la cantera de granito, en la que trabajan como esclavos los prisioneros, de la que sacaban grandes piedras con las que cargaban a lo largo de una escalera de piedra de 186 escalones, ante las agresiones, insultos y risas de sus guardianes. Caer por la escalera con la roca a la espalda era una de las formas más habituales de morir para los extenuados prisioneros.
Una de las figuras más importantes de la postguerra mundial fue Francisco Boix, prisionero en Mauthausen que se dedicó a fotografiar las situaciones habituales en el horror del campo, especialmente a los dirigentes y sus torturas, poniendo en riesgo su vida en multitud de ocasiones, y que logró acreditar la participación de muchos responsables, así como sus prácticas, en los juicios posteriores a la guerra.
La esperanza de los españoles en aquel campo de exterminio fue siempre que la derrota nazi, de la que estuvieron seguros hasta el final, fuera también el final del fascismo en España ya que entendían que la guerra mundial había comenzado en España en 1936. sin embargo, sus esperanzas fueron ahogadas bien pronto. A pesar de Stalin planteó a los aliados anglo-estadounidenses la necesidad de derrocar la dictadura Franquista, ambos se desentendieron de ello, prefiriendo un fascista débil y sumiso a sus intereses a una República Española progresista.
Su memoria hoy sigue igual de insultada y olvidada en España como en 1945. Hasta que la bandera tricolor no vuelva a ondear como símbolo de un estado democrático su sacrificio seguirá clamando desde la historia. Se lo debemos.