Los golpistas tuvieron desde el inicio el apoyo de fascistas y nazis. Incluso antes del golpe, ya habían comprado a Italia aviones y suministros de guerra.
La URSS fue el único país que brindó a la II República una ayuda importante. Sin embargo, no fue desde el inicio. Comenzó a partir de otoño de 1936 cuando ya era evidente el rechazo a intervenir de las democracias europeas.
La Iglesia católica apoyó el levantamiento, calificando la guerra como una «cruzada» o «guerra santa» en defensa de la religión.
La represión en la zona republicana fue una respuesta mucho más impulsiva. En un inicio se trató de una reacción espontánea y defensiva al golpe militar, que se intensificó a medida que los refugiados traían noticias de las atrocidades y los bombardeos rebeldes. El número de muertos es de unos 50.000, incluida la cifra de represión interior.
Entre 400.000 y medio millón de republicanos cruzaron la frontera francesa como refugiados. Muchos de ellos participaron en la II Guerra Mundial junto al Ejército francés. Una división española, La Nueve, fue la primera en entrar en París.
Alrededor de 9.300 republicanos españoles acabaron en campos de concentración nazis tras la invasión de Alemania nazi a Francia. Unos 4.800 fueron asesinados.
El franquismo dispuso en España de 296 campos de concentración por los que pasaron entre 700.000 y un millón de republicanos.
Se estima que a lo largo del territorio español hay alrededor de 2.500 fosas comunes y se desconoce el número de desaparecidos con exactitud.
El franquismo utilizó alrededor de 400.000 presos políticos republicanos para trabajos forzados a cambio de un sistema de redención de penas. Entre las obras en las que participaron está el Valle de los Caídos.
España no ha juzgado nunca a ninguno de los criminales que participaron en la dictadura franquista. En 1977 el Congreso aprobó una Ley de Amnistía, que ha funcionado como una ley de punto final.