El último mes de dimes y diretes con el entramado político-familiar de Noelia Posse ha vuelto a colocar a Móstoles en el disparadero informativo, acompañado de un dramático despliegue de gestos, declaraciones y comunicados muy serios y cariacontecidos, pero este caso no es sino el último eslabón de una larga cadena de vergonzosas actuaciones de nuestro gobierno local. Nadie menor de 40 años podrá recordar un Alcalde o Alcaldesa de Móstoles que no se encuentre implicado en un escándalo de corrupción. Los hemos tenido del PP y del PSOE, gobernando en solitario y en coalición, condenados o imputados… pero la lista se remonta prácticamente a la restauración de la democracia municipal en 1979.
Porque quienes hoy se rasgan las vestiduras por los hechos de la Alcaldesa no podrían seguir la bíblica recomendación de tirar la primera piedra puesto que no están libres de pecado. En orden inversamente cronológico podemos recordar los “dedazos” de Gabriel Ortega colocando como Gerente del IMS (parece que este puesto resulta especialmente atractivo para la colocación) a un compañero de Podemos-Collado Villalba sin más acreditación curricular conocida que esta condición política, y donde ha ejercido como apoderado hasta septiembre de este mismo año.
También podemos recordar las abundantes y escandalosas colocaciones realizadas por el PP durante sus 12 años de gobierno, empezando por el propio Alcalde Esteban Parro que colocó a su hermano Manuel como Coordinador de Limpieza Viaria, pero siguiendo con una larga lista de casos como los de Natividad Perales colocando a su marido, José Andrés Reinares, como Coordinador General de Nuevas Tecnologías o Daniel Martín, nombrado coordinador de Juventud por ser la pareja sentimental de Eva María Sánchez, titular durante la última legislatura de la Concejalía de Juventud. De la etapa de gobierno del PSOE de José María Arteta (condenado por su participación en el caso de las “Tarjetas Black”) mejor no acordarse.
Y es que, en este caso, muerto el perro no se termina la rabia o lo que es lo mismo Noelia Posse podrá caer arrastrada por este descomunal despropósito, pero su sustituto o sustituta (y sus concejales propios o aliados) seguirá teniendo la potestad de nombrar cargos públicos sin más acreditación que las relaciones privadas entre ellos, y el estallido del próximo escándalo político será cuestión de tiempo.
La política vive tiempos decadentes. Llevamos mucho tiempo escuchando hablar de la reinvención de la política mientras que las diferencias estructurales entre los diferentes partidos van desapareciendo, sustituidas por cuestiones accesorias o estéticas. En lo fundamental, en la utilización de los bienes colectivos para los intereses personales o corporativos, están todos en el mismo barco. Han convertido las instituciones en meros escaparates desde donde mostrar el producto político en venta (ya no hay partidos, hay marcas) que se diferencia de su competidor (ya no adversarios) únicamente por el color o por el envoltorio de la mercancía.
Las consecuencias son evidentes: más allá del hecho de sumar cuatro convocatorias electorales consecutivas sin que aparezca una mayoría suficiente para formar un gobierno estable, la mimetización ideológica que aturde al electorado nos lleva a dar por válidos mecanismos y estructuras políticas profundamente disfuncionales, origen en muchos casos de los problemas que hoy nos atraviesan como sociedad (cuestiones como la organización nacional, la orientación económica o las alianzas internacionales del estado) que quedan ocultas tras el humo y el ruido del último escándalo de turno y la indignación del momento. En el caso que nos afecta más inmediatamente, el de Móstoles, esta decadencia política en forma de amorfa amalgama ideológica, se traduce en que quienes ayer enchufaban a golpe de dedazo hoy se permiten el lujo de poner el grito en el cielo y dar lecciones de ética política.
Por suerte aún quedan disidentes. Existen organizaciones, partidos, grupos y militantes políticos capaces de ver más allá del humo y del ruido y comprender que la podredumbre estructural no desaparece con otra capa de pintura. Es decir, que la corrupción no va a evaporarse cambiando el gobierno de Móstoles, o el de España.
Socialismo Mostoleño (SOMOS) lleva casi una década señalando sin miedo los casos de nepotismo y uso indebido de los bienes públicos siempre que los ha encontrado, por encima de los colores políticos con los que otros amoldan sus críticas según los malhechores sean amigos o enemigos. Por ello anunciamos en 2010, y seguimos anunciando hoy, la necesidad de establecer un órgano ciudadano autónomo y soberano, una Asamblea Popular, capaz de evaluar y censurar los actos del gobierno democráticamente establecido al mismo tiempo que pueda impulsar propuestas y proyectos nacidos de la necesidad real, cotidiana, del pueblo más allá de las promesas electorales de campaña.
El problema no es la Alcaldesa de Móstoles como no lo es el Presidente del Gobierno o sus respectivos colores políticos pues el problema es más profundo y afecta a la estructura del poder y su distribución. Pero ese problema no está en los programas políticos de los grandes partidos, ni siquiera en las instituciones locales, más cercanas al pueblo porque eso que para nosotros, pueblo trabajador, es un robo de recursos colectivos desviados al lucro personal, para ellos, líderes corporativos, son beneficios y privilegios irrenunciables.
Mientras nos organizamos desde la disidencia a este régimen e imponemos una verdadera democracia en la que el pueblo mande y el gobierno obedezca, disculpen las molestias y vigilen las carteras.
Móstoles 11 de octubre de 2019
Comisión de Comunicación de Socialismo Mostoleño
https://www.facebook.com/SocialismoMostoleno/posts/3355359884504453?tn=K-R
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