La Huelga General ha sido un éxito rotundo de las clases trabajadoras, del pueblo. Sólo la coacción de la patronal durante semanas, ayudada por el Gobierno, con el despido libre que la reforma laboral consagra, ha impedido un seguimiento más masivo en todos los sectores y centros de trabajo.
Pero sí ha sido un triunfo rotundo, clamoroso, en las calles: la oposición popular a la política de recortes ha reunido a millones de personas, en 381 movilizaciones, que han repetido las imágenes de las grandes manifestaciones de 2003 contra la guerra de Irak.
El Gobierno se ha empleado a fondo para repetir una mentira tras otra, para inocular el desaliento y la resignación en el pueblo, con su particular “piquete”: «No vamos a modificar el texto de la reforma laboral ni un ápice», cacareaban, pero al jefe de la CEOE se le escapaba: «estoy deseando que se acabe este día». En definitiva, la huelga y las manifestaciones les han dolido, y mucho, máxime después del revolcón electoral del pasado fin de semana en Andalucía y Asturias.
Más allá de esta realidad, las imágenes en la prensa y las que envían las organizaciones locales de Republicanos muestran que la proliferación de banderas tricolores es un hecho. Como también lo es la presencia abrumadora de jóvenes que buscan su espacio político al margen del hastío, la corrupción y la desesperanza que inspiran los partidos del régimen; en este sentido, hay que valorar muy positivamente la confluencia y el alto grado de colaboración conseguidos entre el movimiento estudiantil y el movimiento obrero. Con todos ellos y con otros muchos ciudadanos hemos estado los Republicanos, aportando claridad y firmeza en los mensajes, y señalando la necesidad de continuar con las movilizaciones, que es unánimemente compartida por la izquierda política y social. Los jóvenes se incorporan masivamente a la lucha porque saben que no hay otra manera de virar el rumbo de sus vidas; quienes portan las republicanas, saben o intuyen que no es posible un cambio real, en beneficio de las clases populares, en el marco político actual. Y estos dos hechos, unidos, señalan claramente una dirección: es necesario que la movilización suba un peldaño más, que vaya planteando la lucha en términos políticos, para poder vislumbrar un futuro de esperanza para las viejas y las nuevas generaciones. Seguir leyendo La movilización debe proseguir y dotarse de objetivos políticos →
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