¡Ya tenemos el dictamen del jurado del concurso literario “Microrrelatos desde el Confinamiento”!

Las 4 obras seleccionadas entre las participantes en nuestro concurso literario “Microrrelatos desde el Confinamiento” son las siguientes:
1.ª Contingencias, de Arantxa Vega Llorente.
2.ª El último aliento, de Segosti.
3.ª Invisible, de Teresa Santos Bernardos.
4.ª La vida es bella, de Elena Arévalo Yagüe.
El jurado ha estado compuesto por Jesús Pastor y Pedro González, profesores de Lengua y Literatura Castellana en dos institutos de Educación Secundaria de Segovia.
Hemos recibido relatos desde Barcelona, León, Madrid, Salamanca y Segovia.
Enhorabuena a las ganadoras y muchas gracias a todos y a todas por participar. En unos días compartiremos el libro digital con todas las obras recibidas.

1. CONTINGENCIAS
por Arantxa Vega Llorente.
Hoy me he cruzado con el fantasma de una mujer.
La he podido reconocer porque antes, no hace tanto tiempo atrás, tuve la oportunidad de cruzarme con su cuerpo material. Un cuerpo que saludaba, un cuerpo al que vi reír a carcajadas mientras tomaba cervezas rodeada de otros que la veían ser; un cuerpo del que también supuraban las maldades del mundo, un cuerpo que por haber nacido era, a su vez y de manera irrevocable, todo lo bueno y horrible que se esconde en las entrañas de la vida.
Hoy nos hemos cruzado y no me ha saludado como solía hacer. No puede. Sus músculos no le permiten proponer o responder a un saludo, tal y como las normas sociales imponen. Su cabeza ladeada que ha dejado atrás cualquier tipo de altivez, tan solo tiene control de los labios y con ellos transmite que ha reconocido un cuerpo. Esto no implica que sepa a quién pertenece, que sepa de quién fue ese pedazo de carne ni qué tipo de relación mantuvo con él. Sin embargo, ante el movimiento de dos objetos balanceándose, que bien podrían ser las ramas de un árbol decaído, los brazos de un ser humano en movimiento o dos harapos inertes sorteando al viento, sonríe.
Esa sonrisa no es un saludo, ni mucho menos un reconocimiento. Esa sonrisa es un haz de vida, una amenaza a la ciencia o la base más clara a la que esta se aferra. Es el origen, un cambio de sentido que pretende ser escapatoria, una liberación del peso que hemos ido cargando a lo largo del tiempo. Una pausa, un respiro y la paz. La luz de unos ojos perdidos que siguen vivos, ante los que yo me inclino y pido perdón por mi suerte. Pero, sin lugar a dudas, un saludo no es.
Mientras escribo esto, recordando nuestro fugaz encuentro, de fondo se oye una entrevista en la que se confirma: la vida no es un accidente.
Tampoco es una suerte. No es una fiesta en la que celebrar cada minuto que seguimos vivos. Es un proceso atacado por las casualidades. Carmina me grita que la vida es una herida de un ataque que no cesa y que no sabemos quien guarda en sus espaldas los cuchillos. La vida supura en los cuerpos que han moldeado las políticas de quienes nos ofrecen la pintura y nada con la que pintar.
En mi casa, el recuerdo de Carmina vuelve a cruzarse conmigo. No me saluda, pero esta vez su sonrisa susurra: la vida es un lienzo y si esconden los pinceles nuestros ojos cambiaran el color de nuestros cuerpos.
2. EL ÚLTIMO ALIENTO
por Segosti.
Noté como el miedo se apoderaba de mí. Me temblaban las piernas, tenía calor y frío a la vez, mi corazón latía tan deprisa y fuerte que retumbaba en ese silencio incómodo que hace días me estremecía en cada turno. Entré en la habitación. Un sol esquivo entraba entre las lamas de la persiana. Luz suficiente para dejarme ver su rostro. Inmóvil a los pies de la cama pensaba en la línea tan delgada entre la vida y la muerte. Por un momento no supe qué hacer pero reaccioné. Bajé la barandilla de la cama, cogí su mano y acaricié su cara. “No estás sola”, susurré.
3. INVISIBLE
por Teresa Santos Bernardos.
Ella es de esas. De las personas que viven en la mancha ciega; en esa zona oscura de la vista de los demás; en ese lugar que siempre queda detrás cuando fijamos la mirada. Sabemos de su existencia pero nunca los miramos de frente, por si acaso, por si al mirarlos nos vemos reflejados y nos devuelven parte de nuestra verdadera imagen, esa que no queremos enseñar; la imagen del hambre, del dolor, del desarraigo, del frío y el miedo.
Eso es ella, una la larga cola que espera una bolsa de comida a metro y medio de distancia; es todo lo que no queremos sentir, todo lo que no queremos vivir.
Y un día, sin darnos cuenta, nos descubrimos asomados a la ventana y nos dicen que parte de esos aplausos de las ocho son por y para ella, y nos cuesta imaginarlo. Nos dicen que lo que hace es importante, que es esencial para que podamos seguir a salvo; que nuestra salud también depende de su trabajo, de ese trabajo mal pagado y peor reconocido. Y miramos la fregona y la bayeta y sentimos vergüenza de no habernos dado cuenta antes, ¿por qué ahora? Y decimos que no podemos abrazarla porque está prohibido ¿acaso lo hacíamos antes, cuando estaba permitido?
Ha tenido que ser el miedo quien la haya sacado a la superficie. La necesidad imperiosa de una limpieza a fondo de nuestras conciencias ha dejado ver su rostro, antes oculto bajo el fango de la indiferencia.
Ya es visible, reconocida, imprescindible y necesaria. Pero hoy me he cruzado con ella y sus grandes ojos oscuros me han hecho una pregunta: ¿qué será de mí mañana?
4. LA VIDA ES BELLA
por Elena Arévalo Yagüe.
Ya han pasado dos meses desde que Jorge y sus tres hermanos menores, dejaron de ir a la escuela por el Decreto de Alarma. Al principio, como a cualquier niño, le hacía cierta ilusión eso de no tener que madrugar. A día de hoy, ansía volver a encontrarse con sus compañeros y profesores. Incluso, entre otras cosas, echa de menos la comida del comedor escolar, ahora que la compara con la inmundicia que su numerosa familia, más maltrecha ahora si cabe, recibe por parte de la Administración de vez en cuando.
Como cada día, a las ocho, hoy salió a la ventana, esta vez alertado por una multitud que pasaba golpeando utensilios de cocina y gritando “libertad”.
–Papá, no entiendo nada ¿qué pasa? ¿por qué toda esa gente lleva cazuelas y cucharones? ¡qué escándalo! mamá siempre nos decía que con las cosas de comer no se juega…
En milésimas de segundo, Juan, su padre, recordó a Roberto Begnini en “La vida es Bella”, y, aguantándose las lágrimas al tiempo que esbozaba una forzada sonrisa, le contestó dulcemente:
-Jorge, hijo, van a preparar nuestra comida de mañana.
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