El historiador Juan Carlos García-Funes publica ‘A recoger bombas: batallones de trabajo forzado en Castilla y León (1937-1942)’

Castilla y León albergó durante la Guerra Civil más de treinta campos de concentración y depósitos de prisioneros, fundamentalmente en Soria y Burgos, y se utilizó como mano de obra al menos a 46.401 personas, según explica en su último libro el historiador segoviano Juan Carlos García-Funes. ‘A recoger bombas: batallones de trabajo forzado en Castilla y León (1937-1942)’, título de la investigación, revela los entresijos de los campos de concentración y los trabajos forzados que llevaban a cabo los prisioneros en la zona.
«Durante la Guerra Civil, con los clasificados como desafectos al Movimiento Nacional, se formaron batallones que realizaban todo tipo de trabajos como la limpieza, desactivación de bombas, recogida de cadáveres y material a construcciones e infraestructuras necesarias para la guerra», precisó el autor, en declaraciones a Efe. El libro incluye un capitulo en el que se utiliza tanto la documentación propia de la burocracia militar como los testimonios de personas que estuvieron en los campos, para divulgar las condiciones de hambre torturas frío enfermedades, mortalidad y fusilamientos que se daban en ellos.