La cansina manía de tapar con sedas y boato la inmundicia, por Enriqueta de la Cruz*


La novela “Memoria vigilada” que publiqué hace unos años se iba a llamar “Zapatos limpios sobre charcos de sangre”. Un gran renombrado de una gran editorial quería utilizar este nombre para otra obra aunque no le autoricé porque era para lo que era, para señalar clarísimamente lo que aún pervive: el cinismo de limpiar y seguir dando esplendor a una monarquía en decadencia, bien podrida y ostensiblemente insultante, mientras los huesos de los fusilados siguen ahí en las cunetas y llenan de sangre los zapatos, impolutos en apariencia, de tantos. Mientras la clase política vive en su mundo autista y el dinero sigue aumentando con las guerras y el caos se extiende en forma de autoliquidación del Estado, la estabilidad mínima de subsistencia y la ausencia de pensamiento racional.

Con el genocidio se hizo dinero y se sigue haciendo dinero con y mediante los mismos métodos despiadados, las idénticas personas: los indeseables.

El valor del verdadero valor, el del trabajo, no cuenta, el valor de los trabajadores ha perdido cotización y los pobres crecen por todas las esquinas, las injusticias, la burla, las violaciones, los sinsentido, la corte de aduladores, de ciegos, de sordos y de mudos.

La población está desmotivada y la histeria consumista de los últimos cartuchos ante un creciente aumento de los gastos militares en detrimento de los sociales, esa histeria de falso “lo paso guay, soy un triunfador de la caña y de la frivolidad”, no tapan las miserias de la condición humana de algunos humanos concretos.

No hay sino desnorte y falta de arrojo para acabar con los vicios ancestrales de la derechona, del capitalismo, de la vulgaridad, vicios constitutivos de otra clase social: la explotadora, cada vez más minoritaria pero más carroña, más sin escrúpulos, más cabrona. Tanto y tanto han aprendido que han conseguido articular una sociedad civil a su servicio, imagen y semejanza y extender o democratizar como lo llaman la idiotez.

Tanto y tanto que han conseguido llevarse al huerto mediante el monedero a los gestores que antes eran los cortijeros, los mamporreros, y etc. y ahora se llaman “gestores”, un temita que es mancha que se extiende desde los políticos al uso para abajo, serviles empleados de don dinero…

Verdaderamente no es que haya una clase política o una clase de intelectuales, o una clase de medios. No: Son todos empleados precarios del capital, y luego están los del capital. Y en el grueso conjunto de los parias, los hemos restado. No nos sirven, no nos motivan, no nos representan. Son la cerca del rico, sus antidisturbios, pero ni siquiera son los más listos, inteligentes, capaces, son, simplemente, los más amoldables, obedientes, sin escrúpulos; habilidosos, eso sí. El capital ha tenido que ir bajando el listón de sus guardias de corps, de sus guarda espaldas. Y no sé si a la mayoría nos merece la pena perder mucho tiempo pensando en ellos o haciéndoles pensar: están echados a perder. Y el que no lo esté tendrá que dar señales, apartarse de ese depredar de lobos y engañar de zorros. Si no, es que son una tierra baldía expuesta a aires solanos que abrasan.

La maquinaria de guerra y explotación lamina de tal modo, exige de tal modo, que pocas horas después de la reacción al nazismo por parte de la izquierda en Francia, por ejemplo, pocas horas después de esa avalancha juvenil y reconfortante en la calle, esperanzadora, el Frente Popular constituido, hasta los más de izquierda, han tragado con seguir armando a los nazis de Ucrania, han dado un paso a la guerra, han cedido.

Habrá que esperar en la esperanza de que si ganan, rectifiquen, habrá que esperar que no sea lo que gane otra cosa: la maniobra imperial de jugar a varias barajas y repetir en el país vecino lo que han ensayado aquí con muy buenos resultados: facilitar gobiernos de izquierda que garanticen paz social y seguir armando la guerra, seguir contagiando con la alta toxicidad de don dólar y enseñar a extender más del tragar y del descorazonar, desmovilizar, etc.

Esperemos que no sea así, que haya intenciones de verdad y que eso no repercuta aquí en que, “bueno, volvamos al plan A» y que ganen los chicos veneno de Aznar, los Feijoo, los Vox, la fiera, el fruto del huevo de esta serpiente en perpetua explosión desde el 36 del pasado siglo… Para otoño auguran los más enterados que pueden precipitarse las cosas, que puede haber convocatoria de las generales. Vamos a ver. El presidente está muy quemado y su amago de irse, cada vez más claro que no fue amago, fue mandar la señal muy arriba de que ya no puede más. Si no es que se la mandaron… El permiso para ir recogiendo bártulos, la conveniencia incluso para pasar al país al blanco y negro del trío calavera: Aznar, el abuelito, Feijoncito y Abascalito.

No obstante y siempre hay que quedarse con eso, la peor de las interpretaciones o lecturas, la que más interesa arriba, es el “no se puede hacer nada” (una mentira) y “resígnate”. En algunos partidos con cuadros relevantes se está agudizando las contradicciones, se está intensificando la batalla de las ideas, de la propia supervivencia, de “sí es el momento” para tantas cosas… del ya tenemos que pelear, desvincularnos del eurocomunismo, en fin… todo eso… Hay oportunidades y hay gente válida. Veremos a ver…

Es un tiempo de posibilidades pues entre otras cosas (no daremos pistas), el poder ha ido demasiado lejos y lo sabe, está entretenido y consumido en parte con sus maldades, y no se preocupa de mirar más allá… de sus narices. Puede estar teniendo sesgo cognitivo y ser víctima de la Inteligencia Artificial propia, de sus robots y de sus pelotillas, que son de nota…

Como éramos pocos…

Y aquí, pues con nuestros clásicos, estaría más a huevo aún, de proponérnoslo en serio. En casi 50 años de Monarquía a dedo de un dictador, impuesta, trágala, no había habido necesidad (entre campechanismo del machirulismo y que la gente no era tan avispada y tenía más reciente la represión extrema y genocidio), a una escenificación mentirosa, fuera de realidad, de exposición de méritos y bonitas fotos de un monarca.

Ahora, sí, un lavadillo de tanto abucheo y rechazo, en sede que no es del rey como el Palacio de Oriente, sino patrimonio nacional y que ocupa virtualmente (porque es un recinto vacío salvo por los criados) el coronado.

En estas fotos no se hace recuento de esos 50 años, ni de los diez de entre ellos, últimos, de cuanto se llevaba para la saca, de cuando se hacían hijos bastardos costosísimos, de cuando el abuelo firmó con los italianos del fascio el aprovisionamiento para el Golpe de Estado de armas y demás…

No se exhibe el matrimonio farsa ni las cuestiones todas que por ser ellos quienes son tenían que tener encima luz y taquígrafo y la auditoría. Y salvo que la mujer haga como Diana de Inglaterra y se descarte una vez que le caen todos los palos y la descartan por completo, eso dicen…, a no ser que eso, no nos vamos a enterar nunca, pero nos da igual.

La monarquía que no es un sujeto sino que es una cosa, es un todo, sí, una cosa mala, antidemocrática de por sí, porque ella y la democracia es agua y aceite, y el aceite, la mancha, flota y se ve. Es corrupción, es usurpación, es fuerza, es enriquecimiento y es poder absolutista, absoluto. Y, por supuesto, no representa a todos, sino a la élite privilegiada a la que sostiene y que la sostiene. Es unidad en el puño de un país, por narices, no por soberanía popular, un país al que le toque esta china en el zapato. Y todo esto está al descubierto. Y no gusta, se está en contra, muy mayoritariamente, por el conjunto, salvo los que comen de disimularlo o los que directamente son parte del todo y el todo de la parte.

Si las manifestaciones contra este engendro y pro la democracia, ergo Res Pública, no concitan mayor interés, no son masivas, esto es: no porque seamos minoría o solo esa parte que sí acude a las convocatorias, es por muchas razones. Porque un amplio sector de la población ya no confía en esas movilizaciones, y menos los jóvenes que con razón también, entienden que es empezar a visibilizarse cómo tiene ese y los demás su reino y eso cae como los peros del árbol. Es ponernos serios y esto cae, si desde la raíz hasta las hojas se ve la podredumbre y sus efectos demoledores. Aunque, claro, en eso consiste el trabajo de las tapaderas… En desgajar el efecto de una de sus principales causas, en dividir estas, en desconectar cables que pueden salir ardiendo…

Estas movilizaciones ya no mueven demasiado, así, como cansinamente se repiten año tras año, dando al balón para adelante, “mañana será republicana” o “el año que viene volveremos”. Esas consignas muy bien recogidas por los medios al uso, al servicio de los intereses del poderoso, al servicio del statu quo o de un cambio, “cuando toque”… alguien de arriba el pito (que terminará pasando) y comience el verdadero juego de tirar la corona por los suelos y seguir apuntados a la mamandurria del que manda, papá dólar y mamá imperio norteamericano…

Es esa no masivísima presencia es producto importante también de que los instalados, los partidos en el sillón y los que forman parte del gobierno y, por tanto, del pacto, disimulan y estimulan algo, porque ya canta… pero no han decidido mover a las masas, realmente implicarse en una movida general y tremenda en la calle, como harán sin duda cuando ya toque, es decir, cuando les digan. O cuando, de perdidos al río, protesten por su ERE.

Y hay otro factor más que está saliendo de su punta de iceberg para mostrar algo preocupante: que los partidos organizados ni siquiera los movimientos nuevos como los que salieron desde el 15M para acá, no convencen, no mueven ánimos, no son seguidos, han aburrido, no son creíbles y están descartados o en cuarentena, por viejunos, cansinos, mentirosos. Digo, parece que así se perciben. Desde luego no renuevan ni gritos, ni pitos, ni ideas, ni nada. Y es preocupante porque es la desarticulación la que encierran, porque si no se reacciona, todo esto invita al “habrá que inventar”.

Los cuatro famosos que adornan de florero y que nunca se mueven si no les llama algún otro que puedan rentabilizar, que sea el santo y seña de trabajo a la vista, de contar en esta sociedad, de beneficiarse en algún sentido, en definitiva, pues no cuentan mucho, también son más de lo mismo.

Los medios, ni digamos. Han renunciado pero completamente a trabajar con las reglas más mínimas del oficio. Están en la realidad paralela de lo suyo, no se leen y cada vez menos y no reflejan el sentir de la sociedad, no sienten curiosidad por pancartas nuevas, nuevas propuestas, por notas de prensa alternativas que se les envía. Nada, ni oír, ni ver, ni hablar, y mucho menos, buscar, indagar, contrastar, ahondar. Eso quema, eso va contra su lógica de soldados del gran capital. Y bueno, que ya no importan gran cosa a los más.

Y en definitiva, en bandeja al rey se la han puesto otra vez, como en las partidas de caza antiguas y ancestrales cuando salía el oso por casualidad, mira qué bien y eran si no los cobradores de la perdiz, los aventadores, los rastreadores, los que, vaya, le preparan la caza en todo su conjunto, y luego se la guisan y le dan aire, y “no se preocupe SM que tiene otro añito más” y los que hagan falta, y “ya nos ven por la tele y si no, lo decimos y subrayamos: que no vino mucho joven y nosotros estamos cada año más viejos”.            “Mientras no me piten fuera de juego y el amito me diga o ya porque se vea que no me voy a quedar el último, que tengo que movilizar… ¿pa qué na?”

 “El último, el último, ¿pero cuánto tiempo pue ser eso, maje, el señor no se preocupe de nada”. Hasta que toquen… a derribar. Y ahí, saldrán republicanos hasta de las lechugas, todos tan frescos como una lechuga, dirán que desde siempre, dirán que los más y dirán y dirán para destacar, contar, seguir en el candelero y triunfar.

Que hagan otros el trabajo que ellos se suben como de costumbre, cuando pase el tren con asientos de primera.

Para un republicano, no obstante no debe haber más aniversarios que mirar que el día que hace tanto y tantos años que parió esta iniciativa, esta idea la puso en marcha, este que se descolgó de tanto colgado, este que cultivó otras formas, que enseñó a leer cuentos y apagar redes, que construyó solidaridad y no intereses, que se bajó de la hipocresía… Y esto no lo tenemos que inventar sino poner en valor y seguir así y por este carril.

*Enriqueta de la Cruz es escritora y periodista

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