Todos a Madrid el 3 de Noviembre: Unidos contra la patronal, por J.Romero


Empezamos el año con todas las instituciones del capital (incluidas, claro está la patronal y el Banco de España, uno de sus principales adalides) clamando por la rápida firma de un Pacto de Rentas que permitiera “repartir” las pérdidas que en la economía provocaba una inflación desbocada. Incomprensiblemente (¿?) gobierno y sindicatos callaban entonces, recién firmada la Reforma Laboral que dejaba en pie gran parte de los recortes impuestos por Rajoy en 2012.

Según ellos, se debían repartir los costes que “la guerra de Ucrania” había provocado en la economía española y que había llevado la inflación a cuotas desconocidas desde hace más de treinta años… ¿Era cierto? ¿El incremento del coste del proceso de producción y distribución ha traído como consecuencia pérdidas empresariales que “justifiquen” semejante Pacto de Rentas, que no es otra cosa que un acuerdo para descargar sobre los trabajadores las consecuencias de la crisis?

Hace unos días, el propio Banco de España, partidario, como decimos, del “reparto equitativo de los costes entre los agentes de la producción” afirmaba que los excedentes empresariales crecieron con intensidad, de modo que los niveles de rentabilidad medios se situaron en valores cercanos a los de 2.019 durante el primer trimestre de este año, y el resultado de las empresas se sitúa en el 6,7% por encima del nivel previo a la pandemia.


Entre tanto el incremento medio de los salarios en los convenios hasta junio de este año, es del 2,6%; y junto a este dato debemos tener en cuenta, además, que en las empresas medianas el avance fue del 4,5%, mientras que en las grandes empresas (las que se llevan siempre la parte de león de las ayudas estatales) los salarios pactados fueron casi dos puntos porcentuales menores1.
Si tenemos en cuenta que el último dato de inflación es del 10,5%, es fácil concluir la vertiginosa velocidad a la que los trabajadores pierden poder adquisitivo; hasta qué punto se agudiza la angustia de millones de familias frente a un panorama tan desolador.
Algunos afirman que el brutal incremento de los precios y la crisis, son producto de la guerra en Ucrania, de los problemas provocados por las medidas adoptadas por Rusia que han acarreado un incremento, desconocido hasta ahora, del coste de los combustibles; de la pandemia y sus consecuencias en los circuitos de distribución, etc, etc. Evidentemente estos factores han influido en la situación agravándola; pero los datos están ahí, son tozudos. Estos son algunos: el salario de los trabajadores españoles ha aumentado el 48% en lo que llevamos de siglo XXI, pero la inflación en España ha aumentado en un 50% en ese tiempo. Esto quiere decir que los trabajadores han perdido dos puntos de poder adquisitivo durante las últimas dos décadas. De hecho, el poder adquisitivo de los salarios en España durante este siglo, solo aumentó en seis años, el último de ellos en 20192.
A lo largo de estos meses, la negociación ha estado paralizada, lo mismo que la movilización (aunque ha habido luchas ejemplares, la mayoría al margen, cuando no a pesar, de las direcciones sindicales). A todos: Gobierno, patronal y dirección de los sindicatos, parecía convenirles esta situación: abrir la negociación de un Pacto de Rentas iba a colocar a los representantes del gobierno jugando un papel incómodo porque, con los datos en la mano, era muy difícil justificar, como hicieron con la Reforma Laboral, un pacto para el reparto de los costes de la crisis, que no pusiera claramente en evidencia la falsedad de quienes pretenden llegar a acuerdos echando mano únicamente de la “empatía” y la negociación amistosa con una gran patronal como la española que no conoce límites en su voracidad; a la dirección de los sindicatos, porque necesariamente forzaría una movilización que les obligaba a despertar del “sueño de los justos”, tomando partido frente a un gobierno “amigo”; y a la patronal que, paralizada como estaba la negociación colectiva, no tenía por qué arriesgarse a provocar una lucha que podría poner en riesgo sus ganancias conseguidas a pesar, y muchas veces a costa, de la crisis.
Sindicatos y representantes políticos del gobierno de coalición se han limitado estos meses a callar, llenar los medios de declaraciones grandilocuentes, o proponer medidas paternalistas (como el “tope” del precio de algunos artículos de primera necesidad negociado, para mayor escarnio, con algunas de las más implacables distribuidoras y comercializadoras del país), que no atacan los problemas, ni solucionan nada. Nuestra clase ha sido en todo momento la “invitada de piedra” de un drama en el que se juega su futuro.
Sin embargo, como era de esperar, la paz que acomoda a los patronos y quienes gestionan con mayor o menor eficacia sus asuntos, perjudica a la mayoría trabajadora que precisa mejorar su situación si no quiere verse envuelta en una espiral de ruina que parece no tener fin. Y frente a tanta calma, conciliación y “empatía” con el enemigo de clase, se ha acabado imponiendo la urgencia de empezar la lucha, contra los de siempre, contra los que hablan de repartir costes pero no sus beneficios, contra los que hacen de el hambre ajena la base de su negocio, contra los que aprovechan los problemas de la mayoría para engordar sus cuentas, contra quienes asfixian a sus trabajadores, los pequeños empresarios y autónomos que dependen de su esfuerzo.
El 28 de Septiembre CCOO y UGT hacían pública su decisión de iniciar un periodo de movilizaciones que concluirá en una manifestación en Madrid el 3 de Noviembre. En la rueda de prensa, el Secretario General de CCOO, Unai Sordo, señalaba: “Nos hemos hartado de hacer nuestras propuestas, de emplazar a las organizaciones empresariales a la responsabilidad…” No hay mayor verdad en sus palabras.
Y, añadía: Ahora toca dar un salto adelante las movilizaciones, que entroncan muy bien con el planteamiento que está haciendo en Europa, porque hay que desatascar la negociación colectiva y conseguir subidas laborales, y garantizar una recuperación del poder de compra de los salarios…”
Probablemente no baste, seguramente el calendario es demasiado limitado; pero, con todo lo prioritario es poner a nuestra clase en pie de guerra contra la patronal y contra la desidia. La historia nos ha enseñado que solamente luchando hemos conseguido avances que el enemigo de clase lleva demasiado tiempo amenazando. Debemos poner pie en pared y empujar unidos por el futuro, contra su crisis y su guerra.
Adelante las movilizaciones sindicales
Todos a Madrid el 3 de Noviembre


Notas
1- Este incremento de casi un 2,5% sale de la media de todos los convenios colectivos registrados hasta el mes de junio y que tienen efectos económicos este 2022: 2.314 convenios que afectan a poco más de 6,17 millones de trabajadores, según datos del ministerio de Trabajo. De estos, solo 344 se han firmado este año. El resto, es decir, 1.790 convenios colectivos, se habían firmado con anterioridad al 2022 (la mayoría se firman por tres años) 
2- En Italia el poder adquisitivo de los trabajadores era en 2021 un 11% mayor que en 2001, igual que en Francia; en Bélgica ha aumentado en un 17%, en Alemania un 23%, en Portugal, un 27%, etc 

Fuente: Partido Comunista de España (marxista-leninista)